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¡Alerta con el fuego! 

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Daniela Bayona, Comunicación Social y Periodismo

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La crisis climática se mantiene y no se han tomado las acciones pertinentes para mitigar esta problemática que se padece en la Sierra Nevada con la provocación de múltiples incendios.  

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Foto:
Unsplash

Los incendios presentados en la Sierra Nevada de Santa Marta han consumido 1.500 hectáreas de tierras entre los departamentos del Cesar y La Guajira, los cuales, al parecer, fueron provocados por los campesinos e indígenas de la zona para expandir sus cultivos. Los daños ambientales son nefastos y se agudiza la emergencia, ya que los incendios siguen expandiéndose en otras zonas de la Sierra Nevada, considerada reserva biosfera desde 1979, dado que es el hogar de comunidades indígenas donde, además, se encuentran diversos ecosistemas que posibilitan varias formas de vida. Estos siniestros afectan primeramente a quienes habitan allí. Otra vez el hombre destruyendo su hábitat; otra vez la tierra le grita: ¡No más! Otra vez el hombre recibe el mismo castigo, la ley del Talión: ojo por ojo, diente por diente; esta vez, fuego por fuego. Y, una vez más, al hombre no le importa.


No es la primera vez que sucede esto. En 2014, un incendio forestal en esa zona arrasó con 3.500 hectáreas. ¿Cuál fue la causa? La quema ‘controlada’ en la Sierra y, adicionalmente, el cambio climático. Sí, el cambio climático, aunque para algunos es un mito, los hechos evidencian que es real, son tangibles sus aterradoras consecuencias; y, también, sus causas, justo en ellas se ve la actuación del hombre, que sigue sumando acciones que lo llevarán a la destrucción del ecosistema y, al mismo tiempo, de sí mismo. También, en agosto de 2018, en el sector de la vereda Marquetalia, se produjo un incendio que se salió de control y provocó la quema de 12 hectáreas de bosque, y este, a su vez, fue causado, nuevamente, por quemas controladas de los parceleros de la zona. Se sigue repitiendo sistemáticamente la historia que parece no tener fin. Estamos en vísperas de presenciar catástrofes terrenales que ratifican el cumplimiento de la profecía apocalíptica.

Los incendios también corresponden, según el Ideam (Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios Ambientales), a que las áreas que rodean este ecosistema son susceptibles a este tipo de acontecimientos; por esta razón, el uso de cualquier producto combustible tiende a terminar en un hecho atroz que atenta contra la fauna y la flora del ecosistema y, con mayor razón, en esta época del año, en la cual el fenómeno del niño se hace presente. Las condiciones climáticas son un factor fundamental para la propagación del fuego. Por ello, la expansión de cultivos resulta nociva y siendo el arjé de grandes y desastrosos incendios. Sin embargo, pese a las advertencias, se sigue realizando dicha actividad sin prever las graves consecuencias en las que podría desembocar. ¿Por qué correr desenfrenadamente hacia el abismo? No lo sé. Es irónico.


Mientras la crisis persiste, un equipo especializado integrado por el Cuerpo de Bomberos Voluntarios y por el Comité Barrial Samario (Cobasa) de la Alcaldía de Santa Marta se ha encargado de detener la conflagración. Grandes esfuerzos que, por lo visto, han sido inútiles para algunas personas del sector, pues siguen causando estragos posiblemente sin desearlo, pero sí de manera irresponsable.


¿Por qué se debería tener una mayor preocupación por la preservación del ecosistema o el aprovechamiento de este? Si bien no está mal, antes de pensar en cómo sacar el mayor provecho de estas tierras, se debería pensar en su cuidado. Cada día que transcurra y no se actúe para contrarrestar esta problemática ambiental, es un día más que dejamos pasar ante nuestros ojos calamidades y consecuencias que nadie quiere ver ni mucho menos vivir. Podría cambiar el futuro si se logra concienciar a la sociedad de priorizar correctamente sus necesidades y vea necesario ser sostenible. ¿Qué significa ser sostenible? Velar por la preservación de la vida misma, es decir, de la suya propia y de las demás especies que son su sustento. No obstante, si esto persiste, no se nos haga extraño que las guerras actuales y futuras ya no sean por ideologías o asuntos económicos, sino por recursos naturales. En este momento, no hay marcha atrás, pues está y seguirá el mundo ardiendo en llamas.

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