Foto:
de Keira Burton en Pexels
Alexandra Fuenmayor ha dedicado gran parte de su vida a la educación. Lleva 25 años ejerciendo como docente, de los cuales los primeros diez trabajó en el sector privado. En la actualidad enseña en el grado primero de primaria, en una institución oficial de Terrón Colorado, un barrio ubicado a las afueras de Cali, Valle del Cauca. “Siempre le había pedido a Dios que me colocara en un lugar donde la gente en verdad me necesitara”, explica. Siempre con dedicación y amor trata de enseñar y motivar a sus estudiantes a salir adelante ante las adversidades que en muchos casos parecen difíciles, pero no imposibles.
Para miles de profesores, la pandemia del covid-19 fue una verdadera sorpresa, pero en la institución en la que trabaja Alexandra Fuenmayor, los directivos y profesores días antes se adelantaron a la situación. Elaboraron guías y por medio de encuestas indagaron cuál era la situación en la que se encontraban sus alumnos, para no interrumpir los procesos de educación que ya llevaban los niños.
El 23 de marzo del 2020, el gobierno expidió el decreto 457 de 2020, en el cual imponía el aislamiento preventivo obligatorio en el país y las medidas que debían ser seguidas por los ciudadanos para evitar el contagio. Pero incluso días antes, el sector de educación detenía las actividades presenciales en la gran mayoría de instituciones, tanto públicas como privadas del territorio, por medio de la circular N°021 emitida por el Ministerio de Educación, el 17 de marzo, en la cual decretaba el trabajo académico desde casa y de forma remota, dando pie a una nueva realidad llena de incertidumbre y angustia para los estudiantes y educadores.
Los desafíos de la virtualidad
Las clases se trasladaron a las nuevas aulas digitales, Zoom, Google Meets, correos y en otros casos, WhatsApp. Pero estas nuevas plataformas no son tan sencillas de utilizar como parecen y más en un país donde son pocos los que cuentan con el privilegio de tener conexión a Internet. Según un estudio del Laboratorio de Economía de la Educación, en Colombia el 96% de los municipios tienen problemas de conectividad, es decir, que más de la mitad de estudiantes de bachillerato y primaria no pueden acceder a herramientas digitales ni a internet.
El salón de clase de Alexandra cuenta con 22 alumnos, de los cuales solo 2 poseen un computador en casa, aproximadamente la mitad de los niños cuentan con servicio de Internet, pero solo disponen del celular de sus padres que pueden utilizar en las noches o fines de semana cuando sus familiares no se encuentran laborando. Hay algunos que no cuentan con la misma fortuna y en muchas ocasiones deben destinar dinero del día a día por unos cuantos minutos de aprendizaje y conocimiento en algún café internet o por medio de unas cuantas recargas de Internet para el celular.
Para Celmira Flores, quien se desempeña como docente desde hace 39 años, uno de los mayores retos que han tenido que enfrentar es el manejo de las plataformas digitales. “Uno a esta edad no sabe manejar muy las herramientas TIC”, expresa. Si no se utilizan las nuevas tecnologías de la forma adecuada se pueden generar retrocesos en las actividades y aprendizajes de los niños. “Hay que tener mucha paciencia con los estudiantes y brindar constante apoyo para que continúen”, dice.
“Ha habido muchos retos, el primero poder mantener todos los estudiantes conectados en las actividades, porque muchos padres de familia presentan dificultades económicas y de conexión; otro es poder motivar a los estudiantes para que no pierdan la energía”, explica Luis Carlos Obregón, docente de básica primaria desde hace más de 10 años en las zonas rurales en un municipio del Valle del Cauca.
Los altos y bajos
Algunos también creen que esta situación puede generar cambios positivos en el sistema de educación. Así lo expresa Mónica López, gerente académica de la Red Nacional Académica de Tecnología Avanzada (RENATA), quien por medio de esta organización brinda recursos y plataformas tecnológicas a diversos centros educativos del país para fomentar la investigación y la enseñanza. La implementación de estos nuevos recursos lograría mayor número de oportunidades para el acceso a la educación. “Yo creo que en las situaciones de presión uno puede generar mejores resultados”, indica López.
La virtualidad simplificó los tiempos de estudio y trabajo, brindó la comodidad de laborar desde el hogar. Esto era lo que creía en un principio Alexandra, quien acostumbraba a levantarse a las 4 de la mañana y atravesaba toda la ciudad para comenzar su jornada junto con sus alumnos. Ella ya no cuenta con un horario fijo, en el día se dedica a elaborar y enviar guías de estudio, resolver las dudas de sus estudiantes a través de WhatsApp y asistir al sin fin de charlas que organiza la Secretaría de Educación para capacitar a sus docentes.
Sin embargo, la calidad de la formación no solo se basa en las herramientas, recursos e infraestructura que posee una institución. César Vega, investigador junior del Laboratorio de Economía de la Educación de la Universidad Javeriana (LEE), considera que otro factor clave para garantizar una buena educación y romper la desigualdad social es por medio de la capacitación de docentes. “Para reducir las brechas es necesario tener capital humano que esté mejor capacitado y preparado, algo que se debe tener en cuenta tanto en la pandemia y después de esta”, expresa.
Las grietas del sistema
“Se va a crear un hueco en la formación de estudiantes, van a llegar menos capacitados y van a tener menos posibilidades de pasar las pruebas de estado y llegar a la universidad”, admite Jorge Iván Henao, coordinador regional del proyecto de plan de escritura y lectura de CERLALC (Centro Latinoamericano para la promoción del libro en América Latina y el Caribe) y quien trabaja de la mano con el Ministerio de Educación.
Según la UNESCO, antes de la cuarenta, en países con ingresos bajos o medios, el 53% de los niños tenía un bajo nivel de escolarización y aprendizaje, lo cual con la llegada del covid-19, se podría incrementar.
Rennier Ligarretto, profesor de la Facultad de Educación de la Universidad Javeriana, manifiesta que la situación refleja: “una falta histórica de inversión sostenida y la poca relevancia que tiene la educación para los gobiernos de turno, la conectividad debe ser un derecho en la era digital”.
Las entidades públicas realizan encuestas, informes y formularios con el fin de saber las necesidades de los niños y buscar soluciones, pero al final son los docentes los que terminan diseñando estrategias para evitar que los alumnos se retiren y continúen en sus procesos de aprendizaje. “A Colombia le falta mucho, los niños están en un desnivel para poder acceder a las herramientas y medios de educación”, explica Alexandra Fuenmayor.
Ausencia en las aulas
Otro de los grandes problemas a los que se enfrenta el país en cuanto a este tema es incrementar la tasa de deserción estudiantil. Según un informe del LEE, la tasa de deserción escolar anual en Colombia es de 3% y la de repitencia es de 2%.
En el país ya se presentan más de 10.000 casos de deserción en algunas de las principales capitales. En Medellín la Secretaría de Educación calcula que existen más de 8.200 estudiantes que han abandonado las clases. En Barranquilla se reportaron otros 5.000 alumnos que no han vuelto a conectarse durante estos meses. En Cali, la secretaría ha registrado cómo ha disminuido el número de matrículas para las instituciones oficiales que son calendario B.
La situación actual está generando nuevas brechas, ya no solo entre los colegios públicos y privados, sino también dentro de las mismas instituciones oficiales, entre los estudiantes que tienen acceso a internet y entre los que no. “El gobierno se debe preocupar de los recursos para fortalecer la educación, y para estar preparados para cualquier situación”, afirma Henao.
Un largo camino
El Ministerio de las TIC (MinTIC) y el Ministerio de Educación (MEN), han venido trabajando en estos últimos meses en estrategias que permitan garantizar la educación y conexión de miles de niños en Colombia. Han puesto en marcha el Plan Ejecutando y Conectando, por el cual se han instalado zonas digitales en 99 municipios de 19 departamentos, que permiten ingresar de forma gratuita a internet por medio de diversos dispositivos como tabletas, celulares y computadores.
Además, ha logrado entregar 89.000 equipos en 1130 sedes educativas y otros proyectos más, con el fin de generar mayor conectividad y ayudar al MEN a cumplir los retos de la educación virtual en la actualidad.
Para las entidades gubernamentales ha significado un verdadero desafío garantizar los materiales y la conexión en las diversas regiones por la compleja geografía del país. El viceministro de conectividad, Iván Mantilla, manifestó: “Se ha trabajado para que sin importar lo distante del territorio o su difícil acceso, podamos llegar con servicios de telecomunicaciones a sitios como la isla de Malpelo, los cayos ubicados en el archipiélago de San Andrés, Tarapacá en Amazonas o Bahía Honda en La Guajira, buscando siempre beneficiar a la mayor cantidad de comunidades rurales”.
Entre tanto, abrumada, Alexandra en las noches no deja de pensar en si sus alumnos entendieron y lograron realizar las actividades, intenta idear nuevas formas de recaudar dinero y celulares para que sus estudiantes puedan conectarse. Además, imagina y anhela el momento en el que pueda otra vez reencontrarse y compartir con sus niños en los salones. “Extraño poder ver a los niños, poder reírme con ellos, disgustarme con lo que hacen y llamarles la atención”, dice, reflejando en su voz un gran sentimiento de nostalgia.
Cada día, tanto profesores como alumnos, ansían con volver a la presencialidad, ya que, a pesar de que el gobierno está tomando medidas para garantizar educación a la mayoría de la población, para romper la desigualdad y garantizar educación de calidad que llegue a todos los rincones del país, aun queda un largo camino por recorrer.