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¿Colombianos a medias? 

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Elim J. Alonso, Comunicación Social y Periodismo

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Como ciudadanos, tenemos la responsabilidad de conocer la historia patria, saber quiénes somos, tratar de entender por qué somos así: indiferentes, perezosos, incultos.  

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Me tomé la molestia de preguntarle a varias personas, ciudadanos de a pie, si sabían en qué fecha (día, mes y año) fue la batalla de Boyacá. La mayoría no supo responder correctamente. Y es que precisamente en este 2019 se cumplen los 200 años de dicho hecho tan relevante. El 7 de agosto de 1819 marcó la independencia total de lo que se convirtió, en ese entonces, en la Gran Colombia. Una nación conformada por lo que hoy conocemos como Colombia, Venezuela, Panamá y Ecuador. Por esta razón, el país invitado a la Feria del Libro de Bogotá 2019, en su edición número 32, fue Colombia. El eslogan era: “Léete”, al cual le agregaría un “conócete”. Porque, lastimosamente, no conocer a fondo sobre los hechos que han marcado al país se ha convertido en algo normal.


Como colombianos, tenemos la responsabilidad de conocer la historia patria, saber quiénes somos, tratar de entender por qué somos así. Aunque muchos lo ignoran, ser colombiano no es solamente vestir la camiseta de la selección de fútbol cuando hay partido (no importa si es fea o no). La idea de “Léete” en la Filbo 2019 me parece fenomenal, pues a veces miramos más hacia otros lugares y no nos damos cuenta de lo que tenemos acá, no asumimos la responsabilidad que conlleva el ser colombiano y el deber de conocernos.


El 9 de abril de 1988 nació la Feria del Libro. Desde el primer día fue un evento importante que tuvo la participación de María Kodama, viuda de Jorge Luis Borges, la dirección de Jorge Valencia Jaramillo, y a cuya inauguración asistieron casi cien autores colombianos; el presidente de ese entonces, Virgilio Barco, y demás personalidades del gobierno. La popularidad del evento creció rápidamente. Pero esta no es la primera vez, en los años que se ha realizado la Filbo, que hay una dedicatoria a nuestra patria. En la edición número 23 de 2010, se hizo alusión al Bicentenario de la Independencia (por el 20 de julio de 1810) y en 2015 el invitado fue Macondo, a modo de homenaje a García Márquez. Pero, que solo tres ediciones de la feria hayan sido dedicadas a nuestro territorio demuestra nuestra costumbre de estar, permanentemente, mirando hacia lo que tienen otros países, comparándonos con ellos e ignorando lo que ha pasado y lo que está pasando aquí. Somos la sociedad del culto a lo extranjero.


Además, el nivel de lectura del país, según las encuestas, es bastante bajo. Cada colombiano lee, en promedio, 5,1 libros. Nos superan países como Argentina, Chile y Perú. No leer suficiente y no informarnos es el reflejo de la razón por la que somos así: perezosos, indiferentes e incultos. Nos da pereza sentarnos a ejercitar el cerebro, parece no importarnos la cantidad de tragedias, injusticias, muertes de líderes sociales que suceden a diario y no somos curiosos, no investigamos, no leemos. Por eso, son tan importantes, e incluso, necesarios, eventos que invitan a leer, a descubrir el mundo que se esconde detrás de cada libro, de cada historia. La forma en que podemos empezar a conocer sobre los temas que rodean al país, pasados o actuales, es leer para poder conocer.


Que los ciudadanos no conozcan de la historia patria es brutal, pero que el mismo Jefe de Estado cometa este tipo de errores, debería ser imperdonable. En enero de este año, el presidente Iván Duque cometió un error histórico: aseguró que el apoyo de próceres de la independencia de Estados Unidos fue crucial en el proceso de independencia de Colombia. ¿Cómo exigirle a un estudiante que conozca, por lo menos, sobre la historia de la nación, si hasta el mismísimo presidente demuestra no saberlo? Ahora me pregunto, ¿por qué este tipo de errores son tan comunes? En 1994, durante el gobierno de Gaviria, se retiró la cátedra de historia como materia obligatoria en los colegios, pero, recientemente, un decreto presidencial cambió eso en 2017. Durante 23 años se dictaron clases de historia dentro de la cátedra de Ciencias Sociales, los estudiantes recibían una sopa desabrida de competencias ciudadanas, democracia, geografía e historia, la cual no nutría suficientemente el conocimiento de los mismos. Dos años después de dicho decreto se está retomando la enseñanza de esta materia, pero aún está biche y no ha dado sus frutos.

El hecho de que no asumimos la responsabilidad de ser colombianos no solo se refleja en no saber de historia, sino en otras acciones tales como salir a votar. En este país fue una buena noticia que el 53,36% de la población habilitada votara en las elecciones presidenciales de 2018. En un Estado donde la costumbre es no salir a votar y casi la mitad de los habilitados no ejerce su derecho al voto, es notoria la falta de compromiso que tenemos con nuestra nación y con nosotros mismos.


Enrique González Villa, presidente ejecutivo de la Cámara Colombiana del Libro, aseguró que el organismo tomaba esto como una responsabilidad, y agregó que “nos permitirá celebrar con los colombianos los cuatro conceptos básicos que sirvieron para la creación de la República: soberanía, ciudadanía, independencia e igualdad”. En este orden de ideas,  si la Filbo toma esto con la responsabilidad que asegura, es necesario que los exponentes, invitados y asistentes se lo tomen con la seriedad que amerita. Esperemos que esta sea una oportunidad para que cada uno de nosotros empiece a conocer un poco más a fondo la patria; aprender, por ejemplo, sobre la desgracia que ha traído el conflicto armado durante tantos años y entender que nuestra diferencia con otros países no nos hace inferiores, sino que es una oportunidad para mejorar cada día y asumir la responsabilidad de ser colombianos, en lugar de vivir soñando que nacimos en otro territorio.

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