El hoyo: experiencia de locura
Laura Chaves Barrera, Comunicación Social y Periodismo
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La película que muestra a la figura de Don Quijote siendo moldeada por el hambre. Una crítica a la estructura de la sociedad.
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El hoyo es una película que se adapta a varias categorías de las que el horror resalta, más allá de los efectos especiales que hay tras la tecnología con la que funciona el “centro vertical de autogestión” (hoyo), y del gran trabajo de maquillaje, para más de un par de escenas tipo gore. El hoyo es toda una experiencia de vértigo que causa horror gráfico, sensorial y sentimental, gracias a cada detalle y a un guion escrito a base de metáforas y un sonido excepcional.
El primer largometraje del español Galder Gaztelu-Urrutia se centra en la evolución de Goreng, un personaje que busca, de manera facilista, obtener un título homologado entrando al hoyo. Moldeado por su experiencia decadente dentro de los niveles del centro vertical de autogestión y la convivencia con tres personajes que determinarán la construcción, o quizás, deconstrucción de Goreng, el guionista hace de cada palabra utilizada una ficha de un gran rompecabezas, lo que lleva a la importancia del detalle en la coherencia de toda la narrativa de la película. Esto, por medio de metáforas como la comparación del protagonista con Don Quijote de la Mancha y el uso de “obvio”, la palabra favorita de Trimagasi (un personaje que Goreng alcanzó a detestar), ya que esta evidencia la conversión de Goreng en lo que él mismo llegó a aborrecer.
El hoyo es una estructura dividida por niveles indefinidos que deja sin comida a las parejas de personas de los últimos niveles. La administración, que parece un dios injusto y desinteresado, provee una plataforma llena de comida que baja por cada nivel abasteciendo sin límite a los más altos, causando la llegada de una plataforma vacía en los niveles más bajos. Toda una lucha de clases que no podría ser totalmente comprendida sin el ambiente que proporciona la sonorización, la crudeza del sonido de cada mordisco ansioso y repugnante de los comensales y la utilización de campanadas que llevan al desespero del espectador en cada decisión crucial.
El largometraje a simple vista es solo una película más hablando de futuros distópicos entre guerras de clases como Snowpiercer de Boong Joon-ho, o una película más de lo que el hombre es capaz en condiciones extremas como Climax de Gaspar Noé. Sin embargo, lo que diferencia a este filme de otras ideas similares es el uso minucioso del detalle.
La película utiliza al detalle como clave narrativa. Tratándose del guion, Don Quijote no es una referencia agregada sin sentido, es la metáfora de lo que el personaje afronta y se convierte. Así como Don Quijote al lado de su amigo Sancho, Goreng lucha contra gigantes en medio de la locura, y así como Cervantes dice “que el poseedor de riquezas no le hace dichoso tenerlas […] sino, saberlas bien gastar” es como Goreng decide gastar la riqueza de la comida y, posterior a eso, del poder del mensaje. Sumado a esto, continuando en los detalles, el sonido ambienta perfectamente cada espacio de la película, de la historia. Así es como el espectador, a través de la psicología del sonido (con la que las personas pueden imaginar un paisaje sin siquiera verlo), puede adentrarse en un paisaje de desesperación, el paisaje en el que se encuentra el protagonista de la historia.
El hoyo es una película que induce a la experiencia, una experiencia de desesperación en la que el mensaje no solo es el final de la historia, es la comprensión de esta misma; cada metáfora constituye un mensaje en el que el ser humano, después de todo lo malo que puede llegar a ser, puede también, ser solidario por medio del aprendizaje de las etapas de la vida. Así pues, esta experiencia agobiante en la que el espectador acompaña al personaje principal en cada decisión no se terminaría de completar exitosamente sin el detalle de una ambientación sonora como la que se vio en El hoyo.