El mundo es para las flores
María José Montoya Echeverry, Comunicación Social y Periodismo
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Colombia cuenta con un portafolio de 1600 variedades de flores, lo cual hace del país el segundo en exportaciones. En la pandemia, estas bellezas colombianas no dejaron de viajar por el mundo.
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Es curioso e irónico pensar que somos un país rico en fauna y flora, pero ante el mundo somos y tal vez siempre seremos vistos como narcotraficantes. Aunque es una problemática que ha atacado al país directamente, en Colombia hay mucho más y somos más que solo narcotráfico, pero no vamos a entrar en esa discusión.
Colombia es un paraíso floral, lleno de belleza y autenticidad. Sus diferentes formas, colores y tamaños resultan fascinantes a la vista, además de inspirar a más de uno, y es precisamente por estas características que las flores colombianas son tan apetecidas alrededor de todo el mundo.
Las principales especies exportadas son las rosas, una hermosa flor que, por excelencia, está relacionada con el amor. Esta es protagonista de las fechas especiales como el Día del amor y la amistad, gracias al clásico ramo de rosas rojas que recibe toda enamorada. La variedad de colores que se pueden encontrar representa y envía de cierta forma un mensaje a la persona que las recibe. Las rosas rojas con su majestuoso color transmiten amor; las blancas representan la belleza y la pasión; también están las rosadas que envían un mensaje de empatía, simpatía y gratitud, y, por último, están las amarillas, que transmiten felicidad.
Tal como las rosas, también están los claveles, la flor crisantemo, las alstroemerias, las hortensias, los lirios y las orquídeas. Estas hermosas flores son algunos de los tipos que más se exportan. La orquídea, más conocida como la ‘flor nacional de Colombia’ se puede encontrar en los diferentes pisos térmicos del país, de diferentes colores, tamaños, formas y texturas. Son consideradas ‘Las reinas de la selva’, un tesoro natural que cuenta con infinidad de escenarios donde deslumbrar, desde los bosques y las selvas tropicales hasta las más densas ciudades.
Pero como dicen por ahí, no todo es color de rosa. La pandemia trajo consigo una crisis mundial que afectó gravemente a la mayoría de las personas del planeta. Esto perjudicó directamente la forma en que se comercializaban las flores y, por esa razón, se hizo uso del “Plan Pétalo”, un dispositivo de seguridad que, según la Asociación Colombiana de Exportadores de Flores (Asocolfores), tiene como objetivo ayudar a la movilidad y al flujo de la carga de flores para así prevenir la contaminación y el hurto de estas. Por la pandemia, el “Plan Pétalo” estuvo en un proceso de fortalecimiento para mejorar la competitividad del sector floricultor, que con ayuda de los ministerios de Agricultura, Comercio y Transporte, la Superintendencia de Transporte y demás entidades, además de contar con el comercio electrónico, se facilitaron las exportaciones haciendo que los productos llegaran directamente a sus clientes. Así, el encanto y la belleza de las flores colombianas empezó su viaje a través del mundo, desde Estados Unidos hasta Europa.
Teniendo todas las medidas de bioseguridad, miles de trabajadores han tenido que adaptarse y, según Asocolflores, se fortalecieron los protocolos y el trabajo articulado en todo el sector de la producción, para que, de esta manera, el impacto de la pandemia sea un poco más suave, ya que en este sector se generan unos 140.000 empleos.
El 14 de febrero, el día de los enamorados, el país exportó más de 700 millones de tallos según lo menciona un reportaje del periódico El Tiempo. Una cifra sorprendente, ya que después de una pandemia lo último que uno pensaría es en comprar flores, pero, a pesar de que estas no entran en el grupo de los bienes de primera necesidad, sorprendentemente la pandemia despertó la fascinación y el gusto de las personas hacia estas. Según Claudia Fuentes, gerente comercial de la finca Ayurá, esto se debe a que traen felicidad y esperanza en una situación llena de incertidumbre y desespero al no saber qué va a suceder.
Y aunque nos han mencionado varias veces el hecho de que sin la naturaleza no somos nada, como seres humanos debemos darle el valor que merecen todos nuestros recursos naturales; somos un país lleno de diversidad de fauna y flora, pero lo único que hacemos es explotarla y desaprovecharla. ¿Se ha preguntado alguna vez cuántas personas no darían lo que fuera para poder dar un vistazo por las ventanas de su vivienda a los hermosos paisajes con los que contamos los colombianos?
Pasar unos cuantos minutos debajo del sol al aire libre pueden llegar a ser la mejor medicina para el estrés y la ansiedad que se vive día a día. En tiempos de crisis como lo fue la pandemia el tener el más mínimo contacto con la naturaleza nos hizo sentir libres, nos despejó completamente, nos alejó de la rutina. Y aunque alguna vez escuché que se dice que el encanto es engañoso y pasajera es la belleza, creo que nunca está de más apreciar y valorar a la naturaleza.