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Criticar las decisiones que se toman en la temporada de premios se ha vuelto una tradición para los cinéfilos. Cada vez salen a la luz más razones para dudar de la Academia y hoy les traigo una que pocas personas conocen. Dentro del cine hay un término que es usado para referirse a aquellas películas que aparecen con el ÚNICO propósito de ganar muchas nominaciones a los premios Oscar: El Oscar bait. Dichas cintas son todo lo que están pensando: dramas emotivos, historias de redención social, biopics, entre otras que todos distinguimos con facilidad.
La historia de este tipo de cintas se remonta a la década de 1980 con la aparición de los Summer Blockbustersy con el final de El Nuevo Hollywood. Con esto en mente, lo normal sería pensar que las “apuestas seguras” eran las películas populares o taquilleras. Sin embargo, el avance de directores como Steven Spielberg, conocido por Tiburón o Jurassic Park; y George Lucas con Star Wars, demostró que, aunque una película pudiera ser bien recibida, eso no significaba que tuviera la fuerza necesaria para ganar las categorías principales de los premios de la Academia.
Es entonces cuando las películas “serias” empiezan a sentir la desventaja en taquilla frente a las “populares”. Para mediados de los 90 era poco común que los grandes éxitos comerciales llegaran a ser nominados, pero filmes como Rain Man y Forrest Gump consiguieron la deseada estatuilla. Poco a poco los estudios empezaron a enfocar sus producciones en el público joven y dejaron de abordar “preocupaciones realistas”.
Faltaban historias con corazón y ese espacio lo llenaron los dramas lacrimógenos, las historias inspiradoras y los ejemplos de humanidad. Es exorbitante la cantidad de películas Oscar Bait que se han ambientado en el Holocausto, en la Segunda Guerra Mundial o que buscan la redención social de alguna minoría.
Cada vez es más fácil identificar los “anzuelos” de la temporada y este año no es la excepción. La lista de los nominados para 2022 salió el nueve de febrero y las películas hechas para ganar están muy claras. Nombres como Dune, King Richard, Coda o West Side Story saltan a la conversación. Honestamente yo tengo opiniones encontradas con cada una de ellas. Dune responde a una superproducción, que a pesar de ser un éxito en taquilla consiguió un tono artístico que la llevó a obtener una nominación en la categoría mejor película. Con King Richard pasa algo muy distinto, es un biopic no tan comercial pero que cumple con la fórmula perfecta para satisfacer a los votantes de los Oscar. Por otra parte, Coda y West Side Story son casos especiales porque son remakes de historias potentes y, con honestidad. Siento que no era necesario volver a hacer ninguna de estas dos cintas.
Para el gran favorito de este año tengo un párrafo completo. The power of the dog plantea una inquebrantable historia sobre la masculinidad arruinada. Esta película tiene dos puntos que van en contravía. Por un lado, cumple con las condiciones más tradicionales para ser un Oscar bait, tiene un actor principal renombrado (Benedict Cumberbatch), se ubica en la época tradicional y propone un drama digno de ganarse a los votantes de la Academia. El conflicto llega porque tiene otros aspectos que lo alejan completamente de ser un Oscar bait: cuenta con la dirección de Jane Campion, una directora que rompe con los estereotipos de género. Además, el lenguaje audiovisual es excesivamente discreto y retorcido. Hecha para ganar o no, The Power of the Dog obtuvo 12 nominaciones y sería ingenuo decir que no es una obra de arte.
Sin duda, algunas películas se esfuerzan más de lo que deberían en llamar la atención de la Academia, pero eso no les garantiza una estatuilla al final de la gala. Esperemos que las votaciones en los Oscar dejen de alabar cintas que tienen los ingredientes secretos para ser un ganador seguro y empiecen a expandir su base de miembros. El problema no está únicamente en los directores que diseñan las filmes genéticamente para ganar, sino en los mismos miembros que siguen mordiendo el anzuelo.