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Hijo del Mediterráneo

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Camila Rincón, Comunicación Social y Periodismo

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“Mediterráneo”, el octavo álbum y el más reconocido del cantautor Joan Manuel Serrat, está por cumplir cincuenta años.

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Hijo del Mediterráneo
Foto:
Camila Rincón

“Mediterráneo”, el octavo álbum y el más reconocido del cantautor Joan Manuel Serrat, está por cumplir cincuenta años. Esta joya del siglo XX nunca pasará de moda, tiene todos los elementos para estar catalogada dentro de los mejores 100 discos españoles del siglo XX. Por eso, para su próximo aniversario, vale la pena destacar los dos factores que hicieron de esta una gran obra: el repertorio y la orquestación; y reafirmar por qué merece esta valiosa distinción.


El repertorio es uno de los componentes que hacen de este elepé una obra maestra. Los versos de Mediterráneo, canción que le da nombre al disco y que es considerada como la mejor canción de la historia de la música popular en España, están cargados de nostalgia y al escucharla nos hace sentir dueños de una segunda patria; Aquellas pequeñas cosas relata la magia de lo cotidiano; la admiración hacia esa dama segura de sí misma la conocemos en La mujer que yo quiero; Pueblo Blanco narra el traslado de la población del campo a la ciudad; una vieja amistad cargada de una historia digna de contar le da vida a Tío Alberto; el adiós a una pequeña nos regala Qué va a ser de ti; la carta de amor a esa mujer  fugaz  nos presenta a Lucía; Vagabundear es el himno para los que quieren volver a empezar; Barquito de papel destaca la melancolía de la niñez  y, por último, Vencidos está basado en el poema de León Felipe. Fue la experiencia con la que contaba Serrat a sus 28 años, llena de exilios, censuras, triunfos, viajes, dolores y amores, la que provocó la creación de estas letras llenas de intimidad.


La orquestación es otro ingrediente clave para hacer de este álbum un éxito rotundo; los encargados fueron Gian Piero Reverberi, Antoni Ros-Marbà, y Juan Carlos Calderón; estos genios musicales lograron que cada instrumento hablara por sí solo. Hicieron posible que con solo escuchar el crescendo de los violines y las flautas podamos conocer la gracilidad de la mujer perfumadita de brea, o que el clavicordio encarnara la hidalguía de tío Alberto, que el coro interpretara la picardía de Serrat al decirnos que la mujer que quiere “no necesita bañarse cada noche en agua bendita” y que el ritmo de Vagabundear nos inspirara a buscar nuevos horizontes.


Cada arreglo musical expresa la intención que se le quiso dar por medio de los versos delicadamente construidos, tal como lo hacía Violeta Parra, cuando su charango y sus versos en décimas evocaban la maravilla de los pasados diecisiete, despedían a Run Run (cuando se fue pal norte), lloraban la pena de don Arauco, y versos después, le dieron “gracias a la Vida”. Esa minuciosa elaboración en la que los instrumentos complementaban lo que las letras no podían decir, fue lo que caracterizó al célebre álbum de Serrat.


El carácter introspectivo que prima a lo largo de la obra, los ritmos no convencionales, como el uso de 6/4, las rimas meticulosamente construidas, algunas marcadas por la dominación del verso dodecasílabo, llenas de metáforas de fácil comprensión; el delicado trabajo de darle intención a cada palabra, no solo desde la orquestación, sino también desde la interpretación emotiva, con vibratos penetrantes característicos de la voz de Serrat, son los ingredientes claves de esta obra ácrona.


La llegada del medio siglo refuerza la calidad que hizo de este elepé una referencia internacional. Es claro que Mediterráneo está dentro del ámbito culto y comercial, cualidad que es muy difícil de conseguir y que caracteriza a muy pocos; y es esta compleja realidad la que deja en evidencia que Joan Manuel Serrat es uno de los mejores poetas y cantantes de los últimos tiempos.

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