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Messi, ¿más que un club?

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Juan Cárdenas, Comunicación Social y Periodismo

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El que para muchos es el mejor jugador del mundo debe imperativamente salir de un equipo que hace mucho dejó de competir a su nivel.

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En una servilleta se firmó el primer contrato oficial de Lionel Messi con el F.C Barcelona, un 14 de diciembre de 2000. Ese día empezó una gran historia que se convirtió en una de amor el 16 de noviembre de 2003, cuando en una no muy buena noche para el Barça debutó un joven extremo, argentino y zurdo. Un pequeño que terminó siendo el más grande de todos, tanto así que hoy el pequeño es su equipo.


Pasaron los años y fiel como Totti a La Roma o Reus al Dortmund, Messi defendió y subió por todos los escalones del Barcelona. Participó en la escuadra de 2007-2008 que no obtuvo copas y también hizo parte del primer equipo que lo ganó todo. Fue parte del tiki-taka de Guardiola que humilló 5-0 al Madrid y levantó una orejona en Wembley después de un recital, pero también parte del gris Barça del Tata Martino donde hasta se lesionó. El elenco culé tuvo que reinventarse desde la presidencia que fue asumida por Josep Maria Bartomeu.


Leo pasó alegrías y tristezas, noches épicas como la remontada 4-0 al Milán (donde en 40 minutos el 10 empató la serie, Villa remontó y Alba sentenció) y otras jornadas terribles como aquella en la que si hubiera convertido ese penal seguramente le habrían ganado al Chelsea en el Camp Nou. Levantó copas y las vio levantar. Le llegaron compañeros y se despidió de otros, pero siempre con la ilusión de que la siguiente temporada una pincelada de este artista terminaría de darle color azulgrana a una copa levantada por su equipo.


Finalizada la etapa más vistosa del Barcelona y un capítulo gris, Luis Enrique llegó en 2014 al banquillo del Camp Nou. El Barça necesitaba responder al éxito del Madrid en Europa y para hacerle frente a esto, la dirigencia conformó con los fichajes de Neymar Jr y Luis Suárez la MSN. Leo no solo conectó con dos de sus mejores socios que renovarían el aire del ataque blaugrana. El rosarino encontró amigos que harían parte fundamental de su buen rendimiento con el equipo… Un ataque demoledor que envió un mensaje al mundo. Cifras impresionantes, títulos, juego de memoria y lo más importante: ilusión.


La Champions llegó desde Berlín al museo del Barcelona para acompañar a la Liga y a la copa del Rey. La foto de la temporada, sin duda fue la de los tres atacantes sonriendo abrazados, sin embargo, lo más importante fueron las formas: contundentes, llenas de ADN Barça y repletas de magia (si no, que lo confirme Boateng). Con el mundo rendido a sus pies, el juego del equipo atemorizó a todas las defensas que enfrentaron, y como cereza en el pastel Leo volvió a marcar un gol antológico en una final jugada en su patio. Temporada de ensueño.


Pasaron las celebraciones y la única mala noticia parecía ser que Xavi no seguiría siendo parte del entorno Messi. Las cosas empezaron bien en Japón y fueron de maravilla en el Bernabéu donde sin Messi, el equipo hizo un partido a enmarcar, la tribuna madridista de pie aplaudió a Iniesta en su reemplazo. Había cierta atmósfera de celebración. En Champions el aguerrido y duro Atlético del Cholo Simeone terminó la aventura culé tras un partido donde ambos compitieron con lo mejor que pudieron ofrecer. Fue entonces cuando por la mente de Lionel pudieron pasar frases como “La ilusión sigue” o “una mala noche la puede tener cualquiera”. El equipo de la pulga terminó levantando la liga y la copa del Rey. Lo que el rosarino no sabía era que la ausencia de Xavi era el principio de no solo la baja de compañeros sino la baja del nivel deportivo del equipo.


Un desastre en París, 4-0 y la MSN por ningún lado. Los diarios del mundo tenían en sus portadas a un Messi cabizbajo con titulares asombrados por el descolorido Barça. Piqué convocó a la hinchada azulgrana en su estadio, estaba convencido de que era posible… Llegó la esperada noche y con un Neymar que nunca creyó en nada ni nadie. La hinchada se rindió a los pies de Messi, su equipo logró superar al PSG. Una hazaña memorable e histórica que de nada sirvió porque la Juventus en la siguiente ronda les dio un paseo a los catalanes en Turín. La MSN comenzó a tambalear.


En la temporada 2017-2018 Messi comenzó sin Neymar, quien escandalosamente posó en la torre Eiffel. Bartomeu no se esforzó por retenerlo y descaradamente lo cubrió con Dembelé (el francés ha sido más parte de la lista de lesionados que de convocados). La dirigencia no hizo nada por el entorno Messi, solo le mejoró el contrato; una decisión que comenzaba a dañar las finanzas y la confianza del equipo. La salida de Dani Alves ya había sido bastante fea, más por las formas que por otras cosas. El brasileño criticó abiertamente la dirigencia culé, la tildó de malagradecida. Iniesta partió a final de temporada siendo aplaudido por el legado que no tuvo, no tiene ni tendrá reemplazante natural. La dirigencia confió en que Coutinho podría reemplazar a Don Andrés, pero desafortunadamente no volvió a mostrar su mejor nivel.


En 2018-2019 vimos a la pulga atómica. Una exposición de fútbol “inMESSIonante”, un equipo ilusionado desde el Gamper; Messi ahora como capitán hablaba de “traer esa copa tan bonita de vuelta a casa”. Resultados y goles vinieron, contundentes en la copa del rey y en la liga. La semifinal de ida por Champions ilusionó a todos con ese 3-0. Todo perfecto hasta Anfield. Esa noche el camerino se rompió. El Barça que pensaba en el triplete se tuvo que conformar con una liga. El vestuario roto, la prensa encima, técnicos dentro y fuera.


De la 2019-2020 se puede hacer un oscuro resumen: Barcelona 2-8 Bayern; Messi, “no más” (a intención del jugador de dejar el equipo español hizo que la palabra “Messi” superara a “covid” en búsquedas en Google); #bartomeuOUT; Luis Suárez, ¡gratis!; dimisión… Papelón.  ¿Esto es en serio? La crisis provocó que el Madrid remontara la liga. La carencia de recursos para competir, por ejemplo, ante el todopoderoso Osasuna en el Camp Nou fue un detonante preocupante el panorama culé que se encontraba sin luces ni esperanzas.


Leo es tan grande que hace que los genéricos del Barcelona B se vean como fichajes estrella solamente por devolver bien una pared. La pulga necesita leones en ataque y en defensa, consagradas bestias futboleras que lo acompañen, no niños con ganas.


2020-2021: Por dignidad, Messi, vete ya. Mereces más. Mbappé literalmente fue a tu patio a dejártelo en claro. Escucha ofertas, déjate consentir, ya sea reunido con Cristiano en algún equipo, bajo la dirección de Guardiola o haciendo parte del showtime, americano debes salir por la puerta grande.

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