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Ser camionero no paga

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Lina Gabriela Velásquez, Comunicación Social y Periodismo

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Enfermedades, microsueños, informalidad, soledad y accidentes son solo algunos de los problemas que afrontan a diario los conductores de tractomula. 

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Ser camionero no paga
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Es medianoche y en medio de la oscuridad brillan unas cuantas luces; no me refiero precisamente a los astros que dominan las tinieblas, sino al resplandor de los tractocamiones que viajan para llegar a tiempo a su destino. En una de estas poderosas y atemorizantes máquinas está Oscar, y yo soy su copiloto. Por primera vez, tiene una compañía diferente a la luna y las estrellas.


Nuestra travesía comenzó hace cuatro horas. Nos dirigimos desde la capital de Colombia hacia la Capital de la Montaña, Medellín. Conducir a esta hora pareciera toda una aventura, pero realmente es un riesgo. Según una investigación de la Universidad Nacional, la privación del sueño genera problemas como desconcentración, pérdida de memoria y baja capacidad de reacción, cuyos efectos durante la conducción pueden traer consecuencias fatales.


Quién imaginaría que esos hombres rudos y temibles, a los que llaman camioneros, cargan una cruz en su trabajo. Las condiciones laborales de los conductores de tractomula de este país ponen en riesgo su vida.


Oscar pasa día y noche recorriendo Colombia de punta a punta. En estas carreteras difíciles, una gran cantidad de personas ha perdido la vida.  Según el Observatorio de Seguridad Vial, en el primer trimestre de 2019 murieron 1.366 personas en accidentes de tránsito, es decir, un promedio de 15,1 muertes al día. Sin embargo, Oscar prefiere encomendarse a Dios porque necesita trabajar para sustentar su hogar. Así que afronta la situación con la misma cara esperanzadora con la que se ve ahora.


Es la 1:00 a.m., parece que el rostro esperanzador de Oscar se está convirtiendo en uno de cansancio. Sus ojos cafés se ven cada vez más pequeños, y en su piel trigueña se dibujan unas cuantas arrugas.


- ¿Vamos a buscar un hotel para descansar? - le pregunto.


- No, vamos a darle una hora más y descansamos dentro del carro - contesta Oscar.


Ahora entiendo por qué su mamá, Consuelo, detesta que su hijo trasnoche tanto. Cuando estábamos saliendo de la casa para emprender el viaje, un fuerte abrazo hizo que sus ojos se llenaran de lágrimas y que su voz se le quebrantara.


- Vaya con la bendición de Dios, papito - afirmó Consuelo.


Me sorprende la valentía de esta mujer, no sé dónde cabe tanto coraje en tan pequeña estatura, pues ella no solo ha tenido que lidiar con el trabajo de Oscar, sino, también, de su esposo, José; y su otro hijo, “Juancho”, todos conductores de tractocamión.  Ha preparado desayunos a la madrugada, ha gastado mucho tiempo lavando manchas de grasa, y ha pasado cientos de días sola.


Consuelo me cuenta que cuando su hijo Oscar llega frustrado y cansado, ella le dice que renuncie y busque otro trabajo porque le duele verlo así, pero él continúa con el legado que le inculcó su padre. “Cuando era pequeño, era el sol del universo, todos lo mimaban; y ahora tiene la valentía de ser un camionero”.


Oscar me dice que pronto llegaremos a Puerto Salgar, y allí dormiremos. “Es difícil estar tanto tiempo apartado de mi familia, pero la situación laboral no amerita estar acostado durmiendo. Tengo que hacer sacrificios”. En Colombia, tristemente, se debe ser esclavo del trabajo para no perderlo.


Según el artículo 161 del Código Sustantivo de Trabajo del Ministerio de Trabajo, la duración máxima de la jornada ordinaria laboral es de 8 horas al día y 48 a la semana. No obstante, Oscar cree que esto no se cumple. Él conduce más de 60 horas semanales.


La Cruzada Nacional Camionera es una agrupación legalizada por el Ministerio de Transporte. Está conformada por la Confederación Colombiana de Transportadores, la Asociación Nacional de Transportadores, la Asociación Colombiana de Camioneros, la Asociación de Transportadores de Colombia, y los Camioneros de Colombia. Manfri Parra, un líder de la Cruzada, asegura que los jefes se aprovechan de los conductores. Según el Ministerio de Transporte, a diciembre de 2009, había 2002 empresas de carga en el país, pero la gran mayoría explota a los camioneros sin pagarles casi nada. Los que tienen suerte ganan el salario mínimo de Colombia ($ 877.803).

Solo descansamos tres horas. Y a las 5:00 a.m. Oscar ya está detrás del volante, listo para continuar la travesía. “Trabajo las 24 horas del día con un descanso de 3 o 4 horas, pero siempre debo estar disponible para la empresa. El trasnocho es mi pan cotidiano”. Los conductores de tractomula no duermen para llegar a tiempo a los centros de distribución. Las empresas no dan espera.


La doctora Yésica Linares, especialista en seguridad y salud en el trabajo, manifiesta que “no tener un buen hábito de descanso tiene implicaciones que pueden llegar a ser fatales, un microsueño podría ser la causa de muerte de un conductor, y así mismo, afectar a otras personas”. Es por ello que, al observar el chasís de la tractomula de Oscar, noto que las bebidas energizantes y el tinto son su fiel compañía.


Oscar se queda en silencio durante un largo trayecto. Luego enciende el radio y empieza a tararear una ranchera. Cuando se termina la canción, me voltea a mirar y se acuerda de que iba con una compañera. “Yo ya me acostumbré a la soledad. Por eso, ahora me es difícil lidiar con otras personas”. Según un estudio de la Universidad de Rovira, los trabajos solitarios pueden generar trastornos psicosomáticos y estrés. El mismo Oscar afirma que varios conductores terminan suicidándose.


- ¿Tienes hambre?

-Sí, un poco. ¿Podemos desayunar?

- Hasta las 10:00 a.m. yo desayuno


Solo recuerdo que no comemos nada desde el día anterior. Ahora entiendo por qué, generalmente, los camioneros tienen una contextura física tan gruesa. Aunque Oscar es la excepción. Es tan delgado que la ropa de trabajo le queda holgada, pero a pesar de ello, sí tiene un desorden alimenticio.


La doctora Linares declaró que el ser conductor incrementa el riesgo de sobrepeso, debido al desorden en los horarios de alimentación a los que son sometidos por su labor. “Esto trae consigo el aumento de enfermedades cardiovasculares”. Así como el motor de los camiones se desgasta de tanto uso, el motor del cuerpo puede explotar.


Son las 8:00 a.m., estamos pasando frente al Río Samaná en el municipio de San Luis. Definitivamente, Colombia es una de las mejores esquinas del mundo. Las montañas se funden con el cielo, y el sol, el canto de los pájaros y el sonido de las bocinas armonizan la mañana. Oscar se encuentra con un amigo de carretera.


- Qué hubo, hermano - grita el amigo de Oscar - nos vemos más adelante.

- Lo espero en Medellín cuando descargue- afirma mientras hala la bocina.


Los minutos transcurren. Oscar empieza a moverse en la silla. Parece que su cuerpo ya necesita un descanso. El organismo de los camioneros se debilita rápidamente. Pasan horas sentados detrás de un volante, y hacen un gran esfuerzo al cargar y descargar las mercancías. Sus ojos y oídos sufren graves lesiones por la molestia de las luces y el ruido del tráfico.


A “Juancho”, hermano de Oscar, se le diagnosticó una hernia y ahora tiene un glaucoma. A pesar de que él ha sido uno de los pocos afortunados que está en una empresa con un buen programa de salud ocupacional, a lo largo de su oficio ha sufrido varias enfermedades.


Las condiciones laborales de su trabajo son diferentes a las de Oscar. Parece una historia extraída de la Biblia, en la que un hermano es próspero y el otro es esclavo. Sin embargo, la esposa de “Juancho”, Zulma, afirma que le preocupan los problemas de salud de su esposo. “Quisiera que estuviera todo el tiempo junto a mí”, manifiesta Juanita, su hija.


Lucía Bello, representante de recursos humanos de la empresa “Aliadas Cargo”, manifiesta que ellos tienen un programa de Seguridad y Salud en el Trabajo en el que se realizan capacitaciones acerca de las políticas del uso del cinturón, pausas activas, manejo de cargas, y postura. Sin embargo, son muy pocas las empresas que cumplen con estas normativas.


Algunos camioneros trabajan envueltos en la informalidad, hacen bastante esfuerzo físico para recibir solamente lo del viaje, sin las prestaciones de seguridad social: sistema de pensiones, salud, riesgos laborales, y servicios sociales complementarios. Carlos Peña, un inspector del Ministerio de Trabajo de Cundinamarca, declaró que la mayoría de camioneros no tienen un contrato escrito con el empleador, por eso deben hacer conciliaciones. “Sin embargo, si el jefe dice que hay un contrato de arrendamiento o que le están pagando por flete, el caso se remite a un juez laboral”.


El Ministerio de Trabajo está incentivando la formalización del transporte de carga pesada. El Gobierno Nacional expidió la Resolución 1400 de 2019, que facilitará a los trabajadores independientes y empleadores del sector deducir los costos asociados a la operación de su Ingreso Base de Cotización para el pago de la seguridad social. “Con la presunción de costos, los transportadores podrán hacer de manera más fácil y eficiente la liquidación de sus parafiscales, garantizando que sean reconocidos los costos asociados a su operación”, manifestó el Viceministro de Transporte, Juan Camilo Ostos.


Oscar empieza a mover los controles de la tractomula, parece un niño con un juguete, pero un juguete muy peligroso. De pronto, me doy cuenta de que frenamos y estamos frente a un restaurante. Son las 10:30 a.m., y vamos a desayunar.


- El desayuno viene en porción de almuerzo - le digo.

- Parece almuerzo porque el otro golpe va hasta las 5 o 6 de la tarde.


Nuestra conversación es interrumpida por una llamada. Es su papá, José. “Mi viejo fue el que me enseñó a manejar. Cuando pequeño jugaba con mi hermano a los conductores, pensábamos que los muebles eran las tractomulas. Ahora ese inocente juego se volvió realidad”.


José manifiesta que, antiguamente, los camioneros no tenían tantos afanes. Él es tractomulero hace más de 45 años. Ha recorrido varios países sobre ruedas, y aunque en el transcurso del tiempo sí ha visto varios cambios, lo que persiste es la pésima infraestructura de las vías.


Después de comer rápidamente, regresamos a la tractomula. Oscar se sube e intenta arrancar, pero yo sigo afuera, ya lista para correr. Realmente pienso que me va a abandonar, sin embargo, es una broma, solo quiere asustarme.


Él es un hombre con buen sentido del humor. No obstante, su alegría desapareció hace tres años, cuando sufrió un grave accidente en la tractomula. Otro camionero lo atropelló porque cayó en un microsueño. Sus pies terminaron completamente rotos, y parte de sus piernas también. Casi muere. Algunos médicos decían que no volvería a caminar, pero antes de volver a hacerlo, él ya estaba manejando.


Antes de lo que sus allegados imaginaban, él ya estaba dispuesto a seguir trasladando los bienes que necesitamos las familias colombianas. El transporte de carga es importante para la economía del país. Para el primer trimestre de 2019, el valor agregado del transporte y almacenamiento creció 5,1% respecto al mismo periodo de 2018 del PIB de la Nación. Sin embargo, constantemente los conductores se toman las carreteras para protestar por sus derechos.


El paro más largo fue en el año 2016, persistió 45 días. Las peticiones de los transportadores fueron, entre otras cosas, la reducción de precios de los peajes y los combustibles, y el aumento de los costos de los fletes.  El conductor Manfri Parra cree que el galón de Acpm es muy costoso, y es uno de los factores para que el precio del viaje aumente. “El galón vale $9.500, y uno con eso solo recorre 6 o 7 kilómetros”.


-Ya casi llegamos a Medellín, pero apenas descargue tengo que seguir a Barranquilla - afirma Oscar.

- ¿Por qué no descansa hoy y viaja mañana?

- No puedo, tengo que cumplir con los horarios.


Oscar empieza a contarme con desánimo que en la empresa nunca le han dicho gracias. “Siempre me dicen: llegó tarde, vamos a hacer descuentos, tiene que estar allá a tal hora; pero nunca gracias”. También manifiesta que, a veces, se presentan altercados en el camino, y cuando muestra los recibos en la compañía para que los gastos sean remunerados, le han tirado los papeles por los pies.


- Sé que su papá le enseñó a manejar, pero, ¿por qué continuar con ese legado?

-Eso es algo que se lleva en la sangre. No es un oficio para todos. Muchos vienen, prueban y se van. La necesidad es una de nuestras motivaciones para trabajar en esto, pero lo que me permite continuar es el amor por los motores.


El paisaje ya no solo está adornado por árboles y montañas, ahora empiezo a ver más edificaciones. Llegamos a la Capital de la Montaña, y nos dirigimos al centro de distribución. Son las 11:30 a.m., y después del viaje de quince horas y media, solo puedo decir que este oficio merece más valor. No es fácil llevar cargas por las carreteras colombianas, estar pendiente de todos los controles del tractocamión, descansar poco, y vivir en soledad.


En unas horas, Oscar se dirigirá hacia la costa caribe, pero mi travesía llegó hasta acá. Ahora yo me devolveré sin compañía hasta Bogotá, experimentaré la soledad que él ha vivido por más de seis años. Mientras me alejo, él mira al horizonte. Tal vez, observar hacia allá le recuerda que detrás de las montañas hay algo más. Nada es para siempre, y después de pasar por esta tormenta laboral, volverá a salir el sol.

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