Todos estamos en la obligación de hablar de salud mental
Laura Angélica Lenis
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"Darse cuenta de que un compañero se aísla, deja de responder, empieza a tener comportamientos extraños o se distancia son maneras en las que uno puede prestar atención a la salud mental y prender las alertas", reflexiona la psiquiatra Mónica Castro.
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Imagen tomada de Pexels.
Mónica Paola Castro David es médico psiquiatra de la Universidad Javeriana y magíster del Instituto Universitario de Psicología Dinámica. Trabaja en el área de Psiquiatría del Hospital Divino Salvador de Sopó desde abril de 2023. También fundó el Proyecto Koi: Arte y salud emocional para la transformación.
Su trabajo lleva a una reflexión cada vez más notoria. Puede parecer extraño que en Sabana Centro se presenten complicaciones de salud mental entre la población. Sin embargo, al igual que en el resto del departamento y el país, este tema debe atenderse todos los días. A veces, en los pueblos más tranquilos y apacibles se esconden potenciales crisis para aquellos que nunca han recibido atención integral en psicología o psiquiatría.
¿Cuáles son los estigmas y prejuicios relacionados con la salud mental?
La batalla para acercar a las personas al conocimiento de la salud mental es grande, es constante y empieza desde nosotros mismos.
Por el confinamiento por la pandemia, ha habido un poco de despertar en la población en general respecto al cuidado de la salud mental, por lo menos en nuestro país. Sin embargo, sigue el temor y mucha reserva al momento de consultar o hablarlo, no solo con un profesional sino con amigos y con familia, por temor a ser juzgado o a recibir tratamiento intrahospitalario.
Se suele pensar, y más en un hospital general, que el tema de la salud mental le corresponde solamente al psiquiatra o al psicólogo; pareciera que para el resto de los profesionales pasa a un segundo plano. Por eso he buscado derrumbar todos esos mitos y creencias erróneas alrededor de la salud mental empezando por los compañeros de trabajo.
Ha sido una tarea interesante de ir ‘educando’ a los colegas, a los demás médicos y al personal de enfermería en las implicaciones de la salud mental: cuáles son los signos de alerta y cómo identificar aspectos que pueden ser considerados relevantes. Eso, a su vez, ha facilitado que cuando los pacientes consulten puedan ser identificados más fácilmente.
¿La salud mental es un problema solo de ciudades grandes?
No era usual que hubiera la disponibilidad de psiquiatría acá en el hospital de un municipio como Sopó. que es de primer nivel, por lo que no se asume que la psiquiatría sea una especialidad prioritaria. Sin embargo, al ser un hospital de referencia abarca muchos de los municipios aledaños y lo que he podido ver en estos seis meses que llevo con ellos es que, al igual que como pasa con el resto del país, la incidencia de problemas de salud mental es significativa y se hacía urgente contar con un especialista en psiquiatría.
¿Cuál es el panorama de atención en un hospital de primer nivel?
En instituciones como la que trabajo, la mayoría de los pacientes que se ven por psiquiatría ingresan por urgencias. ¿Eso a qué responde? Primero, a que no está la disponibilidad de otras instituciones para verse con psiquiatría y, segundo, que suelen ser pacientes que llegan por otras dolencias y dentro de la entrevista con el médico se encuentra que tienen la necesidad de ser valorados por psiquiatría.
Pasa mucho que hay mujeres que llegan embarazadas con una infección urinaria y durante la consulta el médico evidencia que es una paciente que está deprimida, que está ansiosa o que tiene problemas intrafamiliares. Ahí se prende la alerta para hacer la valoración por psiquiatría.
En hospitalización es básicamente lo mismo. Esto lo llamamos psiquiatría de enlace que, como su nombre lo dice, pretende enlazar todo lo que es la medicina no psiquiátrica con la psiquiátrica.
También hay pacientes que tienen cuestiones meramente psiquiátricas, llegan por urgencias y se hospitalizan por eso mismo.
¿Cuáles son los signos de alerta en la atención médica?
Para nosotros en psiquiatría siempre será una urgencia un intento de suicidio, un paciente con inminencia de agitación o de violencia, una persona deprimida sin tratamiento que tiene ideas de muerte o de suicidio, personas en estas mismas condiciones, pero que además sean menores de edad, abuelos sin red de apoyo, personas que ya hayan tenido antecedentes de intentos de suicidio previos sin importar la letalidad, personas con ideas delirantes, alucinaciones o un discurso inadecuado e incoherente dependiendo del contexto y pacientes con intoxicación aguda por sustancias psicoactivas.
¿Cuál es el espacio idóneo para tratar la salud mental?
El E.S.E Hospital Divino Salvador es un hospital de primer nivel. Eso quiere decir que, entre muchas otras carencias, no tiene una unidad de salud mental, lo cual se traduce en que no es un espacio físicamente idóneo para hospitalizar un paciente de Psiquiatría.
La hospitalización psiquiátrica tiene particularidades a nivel de la institución, no solamente del personal. Tiene que ser una institución donde no haya riesgo de fuga, las ventanas tienen que ser de seguridad, los pacientes no pueden tener acceso a espejos, ni a llaves, ni a elementos potencialmente autolesivos como cuchillas, cordones y joyas cortopunzantes.
Obviamente, eso se sale de las manos cuando estamos en un hospital general, entonces, casi siempre, cuando los pacientes requieren hospitalización en psiquiatría se inicia un proceso de remisión a donde la EPS autorice para que el paciente vaya hospitalizado a una unidad de salud mental.
Los pacientes de muy baja complejidad, que ya pasaron por un proceso o que en su patología no es tan complicada como para manejarse intrahospitalariamente, son los pacientes que se clasifican en consulta externa, es decir, citas programadas con cualquier especialidad a una hora específica.
Dependiendo de la EPS, es el tiempo en el que se dan las citas y lo que ha pasado, por lo menos lo que he evidenciado yo, es que la mayoría de los pacientes que acuden por consulta externa terminan pagando su consulta de manera particular. Eso responde en parte a dificultades administrativas.
El mito del huevo y la gallina: ¿Primero va la psicología o primero la psiquiatría?
Hay una creencia muy popular que puede sonar un poco graciosa, pero de graciosa realmente no tiene nada, y es que hay personas que “no están tan mal como para consultar con un psiquiatra”. Dicen: “voy a empezar con psicología, si ya la cosa está grave, si me ven muy loco y me necesitan medicar entonces ahí sí, el psiquiatra, pero de momento no”.
Desde el desconocimiento es mucho más sencillo pensar que, como suena algo tan complejo, tan raro, pues seguramente es que uno tiene que estar muy mal para que lo lleven donde el psiquiatra. Pero no funciona así, depende mucho de los síntomas y de la necesidad de la persona.
Por supuesto, hay cosas que se salen del dominio de la psicología. Por ejemplo, cuando tenemos que hablar de aspectos meramente médicos, la psicología ahí ya tiene su límite porque tenemos que hablar de farmacología y del manejo intrahospitalario.
Siempre que el psicólogo en su criterio profesional vea que la complejidad del caso es tal que necesita el apoyo de un psiquiatra, se remite. Nosotros desde psiquiatría remitimos pacientes a psicología. Todo depende de la necesidad y quien determina si el paciente necesita psicología es el psicólogo o el psiquiatra, no el paciente, que es como se ve desde afuera.
¿Cuáles son los problemas de salud mental que más afectan a la población en la que vive?
La mayoría de las personas consulta por trastornos afectivos; dentro de estos se encuentra el trastorno depresivo mayor, que se lleva por delante todas las estadísticas tanto en hombres como en mujeres. Las mujeres consultan más por síntomas de salud mental que los hombres; eso responde a asuntos evolutivos y biológicos porque la mujer tiene un riesgo considerablemente mayor a presentar síntomas de salud mental, sobre todo síntomas depresivos, y tener al menos un episodio depresivo en la vida.
Siguen los trastornos de ansiedad, es la razón por la que la gente más consulta después de síntomas afectivos. En un tercer lugar está el consumo de sustancias psicoactivas que, si bien es más probable que un hombre tenga problemas de salud mental secundarios al consumo de sustancias, también se ven mujeres. Las principales sustancias son el alcohol, con todo lo que eso implica: síndrome de abstinencia alcohólica o intoxicación aguda, la cocaína, el cannabis, los ácidos y los opioides.
En Sopó el consumo de sustancias no es la excepción. Se suele pensar que, al ser un municipio tranquilo (que, de hecho, lo es) este tipo de cosas no se verían, pero es una realidad silenciosa que toca la puerta en cualquier hospital.
Otra precisión dentro de los trastornos afectivos, que, como te decía, es la razón por la que más gente consulta, es que allí mismo se incluye la ideación suicida y los intentos de suicidio. No hay que verlo como una categoría aparte, el 90% de los casos de personas que consultan por síntomas activos y lo hacen, además, con ideas de muerte o intentos de suicidio tienen un episodio depresivo y terminan en hospitalización o en remisión a unidad de salud mental.
Una precisión final...
Independientemente del oficio que uno tenga, sea profesional de la salud, hijo, padre o amigo, todos estamos en la obligación de hablar de salud mental y de informarnos al respecto.
A veces la gente tiene presupuestado que hablar de salud mental es recurrir a la parte negativa, el trastorno afectivo bipolar, la esquizofrenia, las ideas de muerte o el suicidio. Y sí, claro, eso es hablar de salud mental, pero escuchar a tus compañeros, escuchar a tu familia, a tu pareja, brindar un abrazo, calmar la sed, calmar el hambre es involucrarse en la salud mental.
Darse cuenta de que un compañero se aísla, deja de responder, empieza a tener comportamientos extraños o se distancia son maneras en las que uno puede prestar atención a la salud mental y prender las alertas. Estar presente para alguien implica un esfuerzo adicional y es lo que no todo el mundo está dispuesto a hacer, pero debería ser responsabilidad de todos.
No hay que saber de psiquiatría para saber de salud mental. Todos podemos levantar la mano y prevenir. Prevenir siempre va a ser mucho más económico, no solo en dinero, sino en todo lo que implica: morbimortalidad, reacciones adversas... Siempre es mejor prevenir.