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Laura González
En Zipaquirá, en el restaurante "La Triada", Diego Caicedo realiza su campaña política y habla acerca de la importancia y el liderazgo de los jóvenes en el ejercio político.
En Zipaquirá, municipio donde se encuentra la primera maravilla de Colombia, la Catedral de Sal, nació Diego Fernando Caicedo Navas en una familia con vocación de servicio. Su mamá, Claudia Navas, afirma que él creció en un mundo de “correrías políticas”, pues su padre, José Edilberto Caicedo Sastoque, fue alcalde de Zipaquirá y congresista. –Dieguito, desde muy pequeño, acompañó a su papá en esta aventura. Caminó por los municipios de Cundinamarca. Conoció lo que era subirse a una tarima y hablar frente a muchos ciudadanos. Hizo parte del grupo logístico, entregó publicidad y escuchó las problemáticas sociales que enfrenta la gente–.
Aproximadamente hace cuatro años, mientras el rayo del sol caía por la ventana de su cuarto, Diego pensó en incursionar en la política. Por su cabeza solo pasaban aquellas anécdotas que vivió en las campañas políticas de su padre. Él le contó a su mamá y a su papá lo que había pensado, pero nunca se imaginó cómo sería la reacción de ellos. José no lo dejó dar un paso más. –Hijo, yo no quiero que sufras como a mí me ha tocado. Además, no tienes la experiencia necesaria para asumir un cargo tan alto, como lo es una curul en el Congreso de la República–.
En ese momento, sus planes eran terminar la carrera de Administración de Empresas en la Universidad de La Sabana, y dedicarse a sus dos negocios: ‘Bloom’, ropa y accesorios para mujer, y ‘Frozen Rolls’, helados en rollitos.
En 2021, José Caicedo, su padre, fue acusado por los delitos de contrato sin cumplimiento de requisitos legales y malversación del caudal público. Caicedo había pactado un convenio con la Empresa de Acueducto, Alcantarillado y Aseo de Zipaquirá para la construcción de dos tanques de agua por un valor de 660 millones de pesos, lo cual nunca se realizó. Cuando ejercía como congresista, la noticia salió a la luz pública. Por tal motivo, la Corte Suprema de Justicia le dictó detención domiciliaria. Él renunció a su curul, pero, en octubre de ese mismo año, le fue quitada la medida de aseguramiento. En la actualidad, continúa su proceso en la justicia ordinaria. Aún no ha sido declarado culpable o inocente.
Los ciudadanos pensaron que la trayectoria política de “Pájaro”, como es conocido, acabaría. Después de esa situación, el equipo político del Partido de la U, conformado por la presidenta, y los representantes que gobiernan en los municipios, el departamento, y el país, decidieron que Diego, el hijo de José Caicedo, sería la persona ideal para ocupar el rol de su papá. –Nadie se imaginó que yo respaldaría tan bien a mi padre. Ni que tuviera esas agallas para representar a los cundinamarqueses–.
Diego asegura: “La acusación de mi padre nunca me afectó para tomar la decisión. Mi padre es inocente. No tuvo nada que ver en esa cuestión. Solo fue un tema de mala organización”.
Para él, no es un secreto vivir en un ambiente político, pues siempre estuvo tras bambalinas. Pero ser candidato a la Cámara de Representantes por Cundinamarca, y encabezar la lista del partido fue una sorpresa para todos. Cundinamarca es un departamento con más de 3.000 habitantes, en su mayoría, campesinos, donde el sector agrícola, lechero y ganadero son el eje central. De los 7 aspirantes es el más joven. –Estoy agradecido con el apoyo y la confianza que me han brindado los ciudadanos, y la directora del Partido de la U, Dilian Francisca Toro, para llevar el 101 en el tarjetón–.
–Salir y ponerme en frente de 2.000 o 3.000 personas para exponer mis ideas no ha sido nada fácil–.
En sus primeros discursos, Diego se dirigía a la sala de su casa. Le decía a sus padres que se sentaran en los muebles, lo escucharan y lo corrigieran. En sus manos, tenía una hoja con puntos clave de los temas que hablaría. Tomaba aire, se ponía derecho y empezaba con el saludo. Luego, seguía hablando de sus retos legislativos. Claro, a veces su tono de voz era nervioso o no se le entendía. Poco a poco iba mejorando. –José lo pone a leer bastante. A que conozca las leyes, los proyectos de ley y las funciones como congresista– señaló su madre, Claudia Navas.
De cada persona que lo acompaña en su crecimiento como político, recoge y fusiona los mejores componentes. Con su padre tiene una relación de ‘llaves’ o ‘parceros’, como lo dicen los colombianos. Él es su mayor inspiración y su ejemplo a seguir. De Juan Carlos Coy, diputado de Cundinamarca, por tres años consecutivos, acogió la experiencia. De Julián Sánchez Perico, resaltó la juventud, al ser elegido diputado cuando tenía solo 26 años. Por último, Jorge Rey, exgobernador de Cundinamarca, fue quien le cambió la forma de ver la política. –Un gobernador que no necesitó tapete rojo, sino que fue cercano a la gente–.
Para complementar su discurso, Diego se levantaba muy temprano. No le importaba si estaba lloviendo o haciendo sol. Se arreglaba para salir. Se subía a su camioneta e iba a su destino. Recorrió las 15 provincias y los 116 municipios de Cundinamarca a pie. Es un joven que se preparó y lo hizo de la manera más tradicional: ponerse en los zapatos del otro.
En ese trayecto, descubrió las necesidades que enfrentan los cundinamarqueses. Hay muchas veredas que están aisladas y olvidadas. Los campesinos le dan de comer al país, pero muchos se ven afectados por los impuestos del gobierno, el mal estado de las vías y el limitado acceso a la educación. Diego quiere defender el campo, y demostrarles que se pueden volver empresarios a través de la asociatividad, otorgándoles subsidios en su producción, precios justos, seguros en su cosecha y vías terciarias.
Por otra parte, el desempleo es algo que preocupa. Muchas personas ya cuentan con un título profesional, pero sin experiencia es imposible conseguir un empleo. Caicedo le apuesta al concepto de emprender, el crear su propio negocio y desarrollar la creatividad para tener oportunidades, y no depender de nadie. Además, anhela legislar para los jóvenes y con los jóvenes.
Sus amigos y familiares lo describen como una persona espontánea, sonriente, con un carisma único, y una memoria prodigiosa. Todo lo capta muy rápido. Aprende con facilidad y lo comparte con los demás. Diego habla de su candidatura con efusividad y seguridad. Es un trigueño alto y atractivo, de ojos grandes, cejas pobladas, tiene barba, una actitud radiante y una sonrisa que no puede pasar desapercibida.
Así como algunas personas resaltan sus cualidades, sus contradictores, quienes son fuentes anónimas, como ciudadanos y mandatarios políticos, dicen que es la fiel representación de una herencia corrupta. Dicen que es hijo de un delfín, cuya campaña es patrocinada por un sinnúmero de funcionarios públicos, líderes y exlíderes políticos. Lo ven como una persona sin experiencia. Solo refleja apariencia y quiere obtener una curul para gobernar en cuerpo ajeno.
Él es un joven como cualquier otro. Aunque la política llegó a su vida, no se olvida de sus otras pasiones. Ama el fútbol; es hincha de Santa Fe. Comer empanada con ají lo hace muy feliz. Ir al gimnasio lo relaja, y le encanta compartir con su familia. –La política es de sacrificios. Han sido siete meses en los que no he podido disfrutar con ellos como antes. Ahora, estoy enfocado en el trabajo para la gente. – Mencionó el candidato Diego Caicedo.
Se levanta todos los días a las cuatro de la mañana para cumplir con sus labores. Sueña con que el próximo 13 marzo, a las siete de la noche, cuando suenen las campanas de La Catedral Diocesana de Zipaquirá, se anuncie que es el nuevo representante a la Cámara por Cundinamarca. Sabe que los jóvenes no son el futuro del país, sino el presente. Conoce las problemáticas y las necesidades de la gente en los diferentes territorios. Por eso, Caicedo asegura: “Así como tomé las banderas para representar a mi municipio, asimismo continuaré con el legado de mi padre. Y seré esa mirada joven en el Congreso de la República”.