Jerome: Una líder local de ‘enorme’ talante y ‘corta’ edad
Valentina Benítez Guerrero, estudiante de Comunicación Social y Periodism
A sus 15 años, encabezó la lista del movimiento sociopolítico Pioneros y se posesionó como consejera de juventud para alzar la voz en materia de seguridad y medio ambiente.
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Valentina Benítez Guerrero
Jerome Sanabria, consejera de juventud en San Cristóbal, dialogando en la plaza de Bolívar sobre la libre empresa con Juan Manuel Galán, candidato a la Presidencia de Colombia (2022) y líder del Nuevo Liberalismo.
«Liberal hasta las venas», escribe Jerome Sanabria en su cuenta de Instagram junto con una foto que publicó en enero de 2022, en la que sostiene firmemente una bandera roja bajo un cielo azul. Sus redes sociales, más allá de centrarse en una celebridad, un juego o afición —factores que mueven a cualquier niña de 15 años—, exponen un perfil en tonalidades blancas y rojas. En diciembre de 2021, cuando Colombia quiso celebrar con creces las votaciones juveniles de gran envergadura que se llevarían a cabo por primera vez en el territorio nacional, los jóvenes decidieron ignorar olímpicamente su deber como ciudadanos. Según la Registraduría Nacional, de los 12.2 millones de personas habilitadas —entre los 14 y 28 años— para votar, lo hicieron poco más de 1.2 millones. Dos días después del desastre, Jerome lució dos cosas: una sonrisa de dientes perfectos y un tarjetón que la acreditaba como consejera de juventud en San Cristóbal.
Jeannette Herrera —asesora en el Concejo de Bogotá, formadora de líderes en Pioneros y madre de Jerome— recuerda, mientras deja escapar una lágrima y sonríe con nostalgia, la osadía de su hija. “A los 8 años, Jerome no solía ver series televisivas animadas; ella veía Win Sports (canal colombiano deportivo de televisión). De un momento a otro, un buen día, me dice: Yo seré la primera presidenta de Colombia”, concluye.
Los Consejos de Juventud son mecanismos autónomos de vigilancia y control de la gestión pública. En Bogotá, hay 372 consejeros locales de juventud para el periodo 2022-2026. Se eligen por localidad según la densidad poblacional. Estos se encargan de mediar entre los jóvenes y las corporaciones administrativas para dar solución a las problemáticas de sus contextos; generan propuestas para su desarrollo social y político, y ejercen un cambio en la cultura de los jóvenes.
Al suroriente de Bogotá, en la zona cuarta del Distrito Capital, creció Jerome Sanabria. El barrio Villa Javier, donde vive, fue el primer territorio legalizado y fundado oficialmente en la capital en 1913, bajo el mandato del padre José María Campoamor. Las calles empedradas, los techos de teja española, las fachadas uniformes y los barrotes de hierro que resaltan en las ventanas de las casas hacen del lugar un auténtico entorno colonial. Hemos caminado calles; hemos recorrido parques; hemos cruzado barrios que resaltan por su silencio, quietud y antigüedad. “Ni la Junta de Acción Comunal ni la Alcaldía tienen permitido destruir o remodelar esas fachadas, porque son patrimonio cultural de la ciudad; si lo hacen, les ponen una multa”, advirtió mientras andábamos por los senderos angostos de Villa Javier.
Al final de un camino, una vecina que barría con esmero el antejardín de su casa levantó la mano en señal de saludo. Al pasar por las viviendas, varios residentes levantaban las cejas e inclinaban la cabeza hacia atrás y, aunque no me conocían, me acogieron en ese gesto de bienvenida. Quizás la proximidad que tenían con Jerome era suficiente para considerarme alguien de confianza. Un par de pasos más allá, don Carlos —vigilante supervisor del Parque Villa Javier— la llamó. Conversaron un poco y, después, Carlos le comentó sobre el hurto del cual fue testigo la semana pasada. “Agrégueme al grupo que tiene en WhatsApp junto con la policía. La próxima vez quiero reportar ahí el robo y que las autoridades sí lleguen”, le pidió.
Enamorada de La Candelaria, del Chorro de Quevedo y de la Cinemateca Distrital —lugares emblemáticos del centro de Bogotá—, y al ritmo del punteo que enmarca Joaquín Sabina con su guitarra (él fue la temática de su fiesta de 15), Jerome pasa los días entre calles, versos y letras. Cuando no está cumpliendo sus responsabilidades del Consejo de Juventud, está al frente de su campaña a la personería en el colegio privado Nueva Alianza Integral, que cuenta aproximadamente con 350 estudiantes. No pierde el tiempo.
Bajando las escaleras del salón comunal en Bello Horizonte, barrio ubicado en la zona alta de la localidad, pasa una mano por su cabello rebelde y me sonríe. Unos niños, con ojos radiantes, se despiden de ella a un costado del andén. Jerome viste un gabán oscuro, camisa roja, pantalón negro holgado, y unos zapatos pulcros y brillantes. Al parecer lo único rebelde en ella es su cabello. Estaba hablando con el presidente de la Junta de Acción Comunal de Bello Horizonte, Gerardo Aguilera; se encontraba concretando los frentes de seguridad que implementará en su localidad.
—Solo hay una patrulla de policía para 2 localidades: la nuestra —San Cristóbal— y Antonio Nariño. Es el colmo —explica, sus ojos fijos en los míos, con un tono de voz que supone indignación—. Por eso queremos hacer frentes de seguridad en 3 puntos, principalmente. En el barrio Bello Horizonte, en Quinta Ramos —donde termina el Río Fucha— y en el barrio Veinte de Julio. En estos tres sectores la inseguridad es constante. Al ser zonas comerciales, a los vendedores y ciudadanos les interesa tener un frente de seguridad para evitar hurtos —terminó de explicar, con su mirada siempre fija sobre la mía, con autoridad.
Nunca dejó de elevar levemente las cejas al hablar, como si buscara enfatizar las palabras que salían de sus labios. Los índices de inseguridad provocaron que en los últimos meses del 2021 se priorizara San Cristóbal para intensificar acciones de vigilancia y control que contrarrestaran el hurto y el homicidio, según informes del Ministerio de Defensa Nacional. A pesar de esto, la localidad no pierde su magia: el territorio es 80% verde. Con guantes gruesos, tapabocas, bolsas de basura y pinzas para recoger basura, Jerome hace parte de las jornadas de recolección de desechos en el Río Fucha, junto con la Fundación CasaNativa. “Si tenemos que adentrarnos al río, de una”, exclamó mientras tomaba la bolsa en un puño y recogía un par de botellas, latas, plástico y tela. Me entregó unos guantes y un par de bolsas, e hizo lo mismo con un grupo de vecinos allí reunidos. El trabajo por el medio ambiente fue eje central de sus propuestas.
Tal parece que tener la iniciativa no es cosa exclusiva del presente. Daniel Latorre, miembro universitario de Pioneros, fue alumno de Jerome. “Yo entré en 2019. En ese momento ella tenía 13 años y era capaz de dictar una clase de liderazgo político a personas que incluso le podían doblar la edad. Ella lo hacía con tantas ganas de transformar el ejercicio de lo público en Colombia, que lograba transmitirle a uno esa emoción. Ya en 2020 me dictó un taller acerca de cómo se gobierna una ciudad como Bogotá, llamado “¿Quién quiere ser alcalde?”, explicó.
Pioneros es una fuerza independiente del Nuevo Liberalismo; fue, justamente, el pilar de Bogotá para la gente —movimiento que impulsó a Carlos Fernando Galán (hijo menor de Luis Carlos Galán y actual aspirante al Congreso) a conseguir las firmas para inscribir su candidatura a la Alcaldía de Bogotá en 2019—. Fundado por José Castellanos —actual candidato al Senado por el Nuevo Liberalismo— en 2011, Pioneros la acogió a sus 10 años de edad.
“Jerome se encargó de movilizar mis juventudes, de actualizar nuestras propuestas y de que estas llegaran a un público mucho más joven. Su aporte fue fundamental para yo haber sido elegido concejal de Bogotá”, puntualizó Juan Baena, concejal por el Nuevo Liberalismo que hizo su campaña de la mano de Jerome, cuando ella tenía 13 años.
El 20 de febrero, las figuras representativas del partido estaban reunidas en la Plaza de Bolívar. Jerome se acercó, luchando contra la multitud, a Juan Manuel Galán —hijo de Luis Carlos Galán y cabeza del Nuevo Liberalismo—. Cuando él la vio entrecerró los ojos, soltó una risita e inclinó la cabeza hacia atrás, como quien no quiere la cosa. Resulta ser que, semanas antes, a través de Twitter, Jerome le había hecho una crítica contundente por su intención de promover la regulación de precios: “Es una antítesis liberal promover la regulación de precios. Un verdadero liberal aboga por la libertad de mercado y la competencia. Repensemos esta propuesta desde el verdadero liberalismo”. Él respondió: “Apreciada Jerome, no se trata de controlar los precios a través de establecer topes, sino a partir de medidas que generen eficiencia en la oferta y la demanda”. Entre risas, ella le preguntó si la recordaba. “¡Claro!”, respondió Galán, justo antes de estrechar las manos. Jerome no come cuento.
Ni siquiera la lluvia incesante del domingo 27 de febrero impidió que centenares de personas asistieran al Gran Banquillo por Bogotá —una charla con los candidatos al Senado del Nuevo Liberalismo—. En medio de aquellos que luchaban por una foto, intercambié un par de palabras con Carlos Fernando Galán, quien tiene una relación más íntima con Jerome a raíz de que ella participó activamente en su campaña durante todo el 2019.
—¿Qué significa tener a una mujer como Jerome, que siempre está al frente del cañón en el movimiento Pioneros?
—Extraordinaria —contestó—. Un liderazgo lleno de presente, y sobre todo de futuro. Ella es un gran referente —repitió Galán—, extraordinaria.
Los días de Jerome seguirán salpicados por el ejercicio político. Sus ideales liberales se mantienen firmes desde los diez años. Tampoco ha cambiado su elocuencia ni su amor por San Cristóbal. Ahora tiene quince. Al parecer no solo es un referente para Galán, sino también para jóvenes que pueden ver en ella un incentivo para asumir su deber como ciudadanos, lo cual resulta imprescindible en este año electoral. Si ella quiere «cambiar el ejercicio de lo público» estoy segura de que sostendrá siempre en sus manos la bandera roja.