De acuerdo con la Registraduría Nacional, el voto en blanco no tiene vinculación jurídica en la segunda vuelta presidencial. Sin embargo, para una parte del electorado, en esta ocasión, parece ser su primera opción. ¿Qué significado político tendría? Lea el análisis.
Foto: Registraduría Nacional.
Tarjetón electoral de la segunda vuelta presidencial del 2018.
Para la Corte Constitucional, el voto en blanco es “una valiosa expresión del disenso con efectos políticos a través del cual se promueve la libertad del elector”. Para la Misión de Observación Electoral (MOE), es una decisión del electorado para manifestar inconformidad. Pero es cierto que luego de la primera vuelta presidencial el 27 de mayo, donde Iván Duque pasó a la segunda vuelta con una votación del 39.1 %, junto con Gustavo Petro, que consiguió una votación del 25.08 %; el país ha entrado en una contexto de enfrentamiento entre los colombianos que optarían por alguno de los candidatos y aquellos que prefieren votar en blanco.
El primer abanderado de esa modalidad de voto, en esta ocasión, fue Sergio Fajardo, quien anunció a los medios de comunicación y en su cuenta de Twitter, que votaría en blanco. “Lo dije porque pienso que ninguno de los dos representa lo que nosotros queremos para Colombia: un país unido en medio de las diferencias que lo enriquecen, un país que le da la espalda a la política tradicional para poder luchar en serio contra la corrupción”, afirmó en la página oficial de su campaña.
Humberto de La Calle también reveló que votaría en blanco, a pesar del apoyo de su partido al candidato Iván Duque. Lo hizo a través de su cuenta de Twitter con una carta que afirmaba que “sin ánimo de dar recomendaciones, votaré en blanco”.
Otros líderes, como Jorge Enrique Robledo, senador por el Polo Democrático, han anunciado su interés por votar en blanco y han defendido la validez de esa modalidad como una expresión democrática de insatisfacción con los dos candidatos.
A raíz de las declaraciones de los ex candidatos y las coaliciones de los candidatos de la segunda vuelta, el mapa político de Colombia se ha ido consolidando para esta segunda vuelta, evidenciando que hay un alto porcentaje de electores dispuestos a votar en blanco. Sin embargo, también se ha tendido a ver ese voto, en vez de ser una representación de inconformidad con ambos candidatos, como un voto a favor de alguno de ellos.
Para el analista político Diego Cediel, politólogo de la Universidad del Rosario y profesor de la Universidad de La Sabana, esto no es verdad. En primer lugar, la afirmación de que votar en blanco es votar por un candidato no tiene mayor veracidad debido a que “el voto en blanco tiene una contabilidad autónoma y tiene un peso autónomo”, afirma Cediel. En segundo lugar, el voto en blanco en esta segunda vuelta tendrá un significado simbólico debido a que presenta una “inconformidad frente a los liderazgos políticos que quedaron” y “cada quien puede votar como le parezca”, dice el politólogo.
Sin embargo, solo se lograría ese significado simbólico si logra superar el histórico de la votación en blanco en Colombia que hasta ahora solo ha llegado hasta un 4 % en una segunda vuelta presidencial.
Un crecimiento simbólico, entonces, vendría siendo que el porcentaje del voto en blanco logre duplicar aquel que ha logrado en elecciones presidenciales anteriores. Esto significa que debería quedar en más del 8 % para haber tenido un crecimiento significativo, cosa que Cediel encuentra casi imposible debido a que el voto en blanco en Colombia ha sido históricamente atípico.
Para el politólogo, dejar el voto en blanco en el tarjetón para la seguna vuelta es una forma de respetar “el voto en blanco como expresión política”, ya que “no se podía silenciar la opción del voto en blanco porque sería, precisamente, desconocer los resultados del voto en blanco de la primera vuelta, que representaron un 0.34% de los votos”, pues también funciona como expresión democrática, donde el elector afirma que ninguno de los candidatos representa sus intereses.
El crecimiento del voto en blanco vendrá acompañado, además, del crecimiento de la abstención en la votación, según los cálculos de Cediel. “La gente considera que votar por alguno de los dos candidatos es profundizar una polarización del discurso político del país”, afirma Cediel, a pesar de que para él esta creencia de la gente no es tan acertada.
Pero lo que Cediel encuentra interesante en esta opción del voto en blanco es que, a pesar del gran apoyo que tiene en las redes sociales y entre muchos jóvenes, está siendo sobrevalorado. “En Colombia el voto en blanco ha sido absolutamente atípico”, afirma el politólogo, y recuerda que históricamente ha sido más alta la abstención que el voto en blanco. Por ello, a pesar de que el voto tuviera un crecimiento que doblara el histórico nacional, no representaría mayor reto para la carrera política en adelante. Incluso dice que los problemas de gobernabilidad no vendrían relacionados con una mayoría del voto en blanco, sino de las relaciones que haya entre el futuro presidente y el congreso de la república.
El aumento o disminución del voto en blanco demostrará los sentimientos del electorado hacia los candidatos, pero no evitará que el 17 de junio llegue a la presidencia de la república aquel que más votos obtenga.
Tatiana Rojas González
Estudiante de Comunicación Social y Periodismo
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